Estaría un día en París, ya estaba en el tren que me llevaría a Milán hasta la ciudad de la luz.
Este viaje sería emocionante y no sabía qué esperar! A diferencia del tren que me trajo a Venecia, en el que sólo dormí y leí, en este tuve compañía. Una brasileña que se sentó a mi lado y con la que conversé todo el viaje, ella se quedaría en Milán, en cambio yo, partía directo a París.
Intercambiamos usuarios de skype y mails para ver si coincidíamos en París, aunque sabía que no era factible encontrar a alguien conocido en esa ciudad gigante a la que conocí años atrás en mi primer viaje a Europa.
Domingo 13 de Marzo del 2011
En el avión me puse los audífonos y me puse a escuchar Yann Tiersen, para recordar Francia, había llegado el momento de estar un día en París!
Había llegado 10 años después a la ciudad de la que me despedí al cruzar el Arco del Triunfo. Es en esos momentos que pienso que uno puede y es capaz de lograr lo que uno sueña y nunca debemos dejar de soñar. Soñar no cuestan nada. Yo soñé con volver y aquí estaba de nuevo.
Mi tía Becky me esperaba en el aeropuerto, me llevaría a su casa a pasar la noche. Los abrazos y besos no tardaron en llegar, el cariño seguía intacto.
La tía querida que poco conocía en mi primer viaje, estaba nuevamente recibiéndome, pero esta vez yo, ya no era la misma niña que había conocido hace años atrás.
Martes 15 de Marzo del 2011
Salí a las 6:40am rumbo a la ciudad de la luz. Estaba agotada de viajar y al comienzo me costo partir nuevamente, mi tía no me dejó dar marcha atrás, me dijo – eres una sonsa si no vas – tenía razón, además era París! Y con eso no hay excusa que valga para no visitarla. Estaría un día en París.
Llegue a la estación Bercy y luego tome el metro hasta la estación Trocadero, una vez allí, subí muchas escaleras hasta llegar a la cima, levanté la cabeza y ahí estaba la Torre Eiffel, el icono representativo de París frente a mi.
Por primera vez la subiría y habían dos formas de llegar a la punta, una por ascensor y la otra por escaleras. ¿Cuál crees que escogí yo? ¿No sabes? ¿Aún no me conoces? Jaja pues si… Las escaleras!
Iba a ahorrar cerca de 10 euros y además sentía que así debía ser. Quería meterme entre sus entrañas, y subirla poco a poco aunque esto me iba a tomar tiempo y me iba a agotar. Lo valía, cada centímetro de ella, lo valía.
Una vez que había recobrado la respiración, baje las escaleras y llegue a la orilla del río Sena y me metí por las calles de París.
Primera parada
Notre Dame, esta maravillosa catedral gótica es uno de mis espacios favoritos en cuanto arquitectura se refiere, aunque no me guste el estilo gótico, este lugar me ha cautivado siempre.
Segunda parada
Jardín des plantes, donde tuve que caminar un poco hasta llegar al Centro Pompidou, un museo moderno, obra de varios arquitectos emblemáticos de la arquitectura industrial, como Renzo Piano y Richard Rogers.
Al comienzo fue odiada, por como rompía visualmente con la ciudad y su arquitectura clásica.Luego poco a poco algunos jóvenes la empezaron a adoptar y ahora muchos de ellos almuerzan sentados en la plaza admirándola o simplemente no la ven. Sinceramente no lo sé, pero ahí almuerzan rápidamente sus pan baguette a la hora del break del trabajo.
Tercera parada
Museo Louvre. Aunque no llegue a entrar porque estaba cerrado, lo deje como pendiente. No sé si les he contado pero siempre me gusta dejar algo pendiente que ver, porque lo afirmo mentalmente, que estoy segura que volveré y lo podré ver nuevamente.
Mientras recorría el Río Sena y llegaba a mi última parada, pensaba en que todos los ríos son como las venas de la ciudad, la recorren de punta a punta, sus aguas te llevan pausadamente y silenciosamente por ella.
Última parada
Campos Elíseos. Esta avenida famosa es muy bonita y glamorosa. Llegando a ella me perdí un poco y justo ahí tuve la mala suerte de que me quisieron asaltar y no sólo una vez sino dos.
Sí,lamento informarles que París es peligroso, como toda ciudad grande y bonita atrae gente buena y gente no tan buena. Felizmente no me paso nada, siempre pensé “soy peruana y a mi no me la hacen”, tengo ese chip metido en mi piel, como todos los latinos, que sabemos ser más precavidos y cautelosos.
Cuando llegué al Arco del Triunfo, me quedé admirándolo desde lejos pensando en que ya debía irme porque ya estaba cayendo la tarde y no quería correr riesgos, fue ahí cuando escucho una voz a lo lejos que me llamaba ¡María! ¡María!.
Al comienzo pensé que no era para mi. ¿A quién podría yo ubicar en esta ciudad si no conocía a nadie? Hasta que una mano toco mi hombre y ahí estaba, Karen, la brasileña con la que había compartido el tren. La coincidencia me causó mucha gracia y alegría. Ambas nos pusimos felices y nos fuimos a pasear juntas.
Sagrado Corazón
La convencí de que me acompañe al Sagrado Corazón. Así fue como llegamos a mi iglesia favorita en el mundo entero. Como bien dice mi tía Becky – arriba el cielo y abajo el infierno. Y es que esta iglesia está ubicada en la parte alta del barrio Montmartre y calles abajo se encuentra el famoso Moulin Rouge, el centro de perdición del famoso y pequeño Toulouse Lautrec.
El día paso muy rápido y debía regresar a Tonnerre a despedirme de mi tía, pronto partiría a la última ciudad, Rennes.
(Este viaje pertenece al viaje que hice en el 2011, empieza a leerlo en este link: Atreverse más, pensarlo menos).
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