Después de seis horas de viaje desde Pereira por fin llegamos al centro histórico Popayán, “la Ciudad Blanca de Colombia”, fundada en 1536 por el español Sebastián Belalcázar, reconocida por su cultura gastronómica pero sobre todo por su Semana Santa.
Empezando el recorrido
El hotel en el que nos alojamos estaba justo al lado del Puente del Humilladero así que empezamos por allí nuestro recorrido. Este puente construido en 1873 sobre doce arcos de ladrillo es el lugar más visitado por los turistas y de su particular nombre cuenta la historia que en la época colonial solo transitaba por allí la clase alta de la sociedad payanesa, mientras los esclavos e indígenas cruzaban el rio Molino por un puente más pequeño llamado “De la Custodia” o “El puente Chiquito” ubicado justo al lado, de ahí la humillación.
El segundo día
Paseamos entre iglesias y casonas de fachadas blancas con sus balcones adornados con flores. Y llegamos hasta la Iglesia de Belén ubicada en lo alto de una pendiente desde donde el Domingo de Ramos descienden el Ecce Homo y el Señor Caído hacia la Catedral Basílica Metropolitana Nuestra Señora de la Asunción por el Camino de los Quingos, el mismo camino que nos llevo hasta la calle 1 de la ciudad, donde encontramos un restaurante de comida típica caucana y degustamos un delicioso Champús, una bebida elaborada con piña, lulo, granos de maíz cocido, melado de panela y hojas tiernas de naranja agria.
Por la tarde tomamos un café en el Hotel Dann Monasterio, un antiguo convento franciscano del año 1570 convertido en un hotel de lujo, después disfrutamos del frescor y la tranquilidad de la tarde bajo los árboles del Parque Caldas. Llego la noche y el encanto de los faroles que iluminan las calles de la ciudad nos hechizo.
Terminando el viaje
Al final, después de dos días intensos y maravillosos era hora de volver a casa, no sin antes visitar El Morro del Tulcán, una loma natural la cual se cree fue un cementerio indígena y el Rincón Payanes, una réplica en pequeña escala de los monumentos más representativos de la ciudad.
En conclusión, un fin de semana maravilloso e inolvidable en el que camine y caminé sin parar de asombrarme una y otra vez con la belleza de Popayán, la Ciudad Blanca, la Ciudad Gastronómica, la ciudad de las historias; un lugar con un legado histórico importante, no solo en lo referente al pasado sino al presente ya que en esta región aún se conservan etnias indígenas que guardan y procuran garantizar la continuidad de sus costumbres.
Post Invitado: Grace García (fotos y texto).
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