La emoción y alegría llenaron el bus. En cada parada era un reencuentro lleno de abrazos y sonrisas, todas se iban contando las experiencias y anécdotas. Yo por mi lado iba perdiendo la ilación de la conversación y poco a poco las voces se fueron alejando. Me sentía como Charlie Brown en los dibujos de Snoopy cuando se escucha a los adultos hablar, una especie de sonido amorfo y sin sentido…
De vuelta
Yo solo pensaba en Benjamín. Varías preguntas iban girando por mi cabeza, ¿Por qué nunca llegó a despedirse? ¿Había recibido la carta o nunca llegó a sus manos? ¿Quién era esa chica que reía en su dormitorio? ¿Lo volvería a ver? Era muy probable que eso no pase y así fue. Y es que en esa época no existía el Whatsapp, ni Facebook. En esos años solo habían los mails y para conectarte a internet era toda una odisea.
Poco a poco empecé a relajarme y caí profundamente dormida; una amiga me despertó dándome un pequeño golpecito en el codo. Demoré en saber en donde estaba, vi que todas mis amigas miraban con asombro por las ventanas. Giré la cabeza y ahí estaba ella, imponente y espectacular: la Tour Eiffel. Habíamos llegado a París.
Última parada
Mi tía, la prima de mi papá, me recogería de la estación. Desde ahí partiríamos a su ciudad, mientras que mis amigas se quedarían en París por una semana.
Bajé del bus y allí estaba ella con su esposo. Fuimos a pasear por París, tomamos un crucero por el río Sena, y pude disfrutar de la ciudad de la luz.
Horas más tarde partimos a Tonnerre, una pequeña ciudad al suroeste de París, en la región de Borgoña. Toda la ciudad tenía un olor particular, olía a madera húmeda. Sus pobladores paseaban tranquilos por las calles, era un típico pueblito francés. Pronto me sentí como en casa, conocí a mis dos primos en ese viaje.
La persona con quien más tiempo pasé fue mi tía. Entablamos una gran amistad llena de cariño y respeto. Paseábamos por la ciudad, la acompañaba a su trabajo, íbamos al supermercado, me invitaba a comer crepes. Me presentó a sus “amigas” como así las llamaba ella, un grupo de viejitas todas coquetas, sentadas en el parque mientras veían jugar a sus esposos las bochas.
Fosse Dionne
Algo imperdible en esta pequeña ciudad es “Fosse Dionne”, un agujero negro de donde sale agua sin parar. A su alrededor han construido una estructura de piedra que servía para que las mujeres puedan tener sombra y no estén al intemperie al momento de lavar. Alrededor de este agujero existen muchas historias sobre algunos buceadores que intentaron ingresar a la fosa y no salieron vivos de ahí. Actualmente está prohibido el ingreso de los buzos.
La última noche en París
Terminó mi estadía en Tonnerre y era momento de regresar a París. La última noche me llevaron al arco del Triunfo, este imponente arco de 49 metros de alto y 45 metros de ancho que creó Napoleón por la victoria en la Batalla de Austerlitz, donde les prometió a sus hombres: «Volveréis a casa bajo arcos triunfales».
Pensé, así fue como los soldados volvieron a casa bajo este arco, ahora era mi turno de pasar por el antes de volver a la mía.
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OK, ya me di cuenta de que la historia continuó. En serio AME esta pequeña historia que compartiste con nosotros, gracias. Leeré las otras, es decir, TODAS tus historias
Hadasa! Gracias por escribirme, que lindo que te gustó! ese viaje para mi es muy especial! Te mando un abrazo y gracias por seguirme!