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ColombiaInvitados

Colombia: sabores y colores

Si están planeando un pequeño viaje a Colombia y no saben por dónde empezar, Carlos, un querido amigo que está próximo a lanzar su blog de viajes que llevará de nombre Le Travoyeur, les contará su travesía por este hermoso país lleno de bellos lugares y gente hermosa.

Mi viaje comenzó una fría tarde de Julio en la ciudad de Lima. Era la primera vez que viajaba solo fuera del país y me encontraba algo nervioso. “¿Conoceré gente? Ojalá no me pierda. Si me deja el avión allá, ¿a quién voy a llamar? Cielos, no tengo la vacuna de la fiebre amarilla, ¿Cómo no pensé en esto antes? ¡No me van a dejar ni entrar!” (No necesitaba la vacuna felizmente). Realmente no había planificado mucho mi viaje. Una tarde navegando por internet vi pasajes a un excelente precio y sin pensarlo mucho le di click a comprar. Al día siguiente me la pasé haciendo malabares en el trabajo para sacar vacaciones, y horas antes de abordar el avión estos eran los pensamientos que atormentaban paseaban por mi mente.

El día que partía, decidí ir con unos amigos a un bar para beber una cerveza y estar más relajado para esta nueva aventura.

Llegué alrededor de la media noche a Bogotá. Era sábado y mi hotel quedaba cerca a la calle 85, donde, como me había indicado el chofer de mi taxi, había fiesta en las noches; así que decidí dar una vuelta.

Entré a Bogotá Beer Company, que lo recomiendo a aquellos amantes de la cerveza artesanal, y con una helada IPA en mano simplemente disfruté de los nuevos aires que me encontraba respirando.

Al día siguiente a madrugar. Había decidido contratar tan pocos tours como me sea posible y el primer día mí destino eran las minas de sal. Para un joven que no está acostumbrado a un complejo sistema de transporte integrado, el Transmilenio de Bogotá puede ser algo intimidante. Para mi fortuna la gente de Colombia siempre está dispuesta a ayudar y pude llegar al portal norte desde donde debía tomar otro bus hacia Zipaquirá.

Las minas de sal son, honestamente, una estructura increíble. Decidieron crear una catedral en las partes de la mina que se explotaron en el pasado; y en el recorrido se pueden ver largas naves y esculturas de cruces en roca representando simbólicamente las diferentes estaciones del vía crucis. Además, participé de una experiencia que se llama la ruta del minero, donde podías caminar a través de estrechos corredores totalmente a oscuras y experimentar lo que era ser un minero. Usaban parlantes y máquinas de humo para simular explosiones. Y creo que me tocó uno de los mejores guías porque no nos permitía prender las luces de nuestros cascos y eso hacía que la experiencia sea más escalofriante. Al contrario, los grupos que nos cruzábamos siempre tenían la luz encendida.

¡Atención! Si sufren de claustrofobia ni lo intenten, el recorrido principal es más que suficiente para impresionar a cualquiera. Pero puedo decir que realmente pude, por primera vez, comprender (nerd alert) el amor que sentían los enanos de Moria al construir sus mansiones dentro de la montaña en “El Señor de los Anillos”.

Mi próximo destino: Villa de Leyva. Por segundo día consecutivo madrugué y me embarqué hacia la pequeña ciudad. El viaje tuvo una vista agradable todo el recorrido, lleno de vegetación y pequeños pueblos en el camino. Finalmente llegué a Villa de Leyva, busqué un hostal donde quedarme y alquilé una bicicleta para recorrer la ciudad y sus alrededores.

Salir a los recorridos que recomiendan en bicicleta sólo lo recomiendo si tienen algo de físico; ya que tiene sus buenas subidas que un par de veces me dejaron sin aire. En el camino se pueden ver muchas cosas: hay una granja de avestruces, una casa de barro bastante peculiar, un parque de esculturas de dinosaurios y, mi parte favorita sin duda, unas bellas lagunas azules.

Recuerdo caminar entre ellas mientras sonaba en mi cabeza una canción de Jamiroquai “Corner of the earth” que apropiado que puede ser mi cerebro algunas veces con las canciones que trae a mi mente.

Otras no tanto. ¡Sí!, te hablo a ti bendita “Yo la conocí en un taxi…”

Recuerdo que justo en el árbol bajo el cual decidí descansar a leer un rato se encontraba un corazón tallado con las iniciales A y A. Le tomé una fotografía y mientras regresaba imaginaba diferentes historias para Andrea y Alejandro. Tal vez Antonio le había pedido la mano en ese mismo lugar a Ana María o unos jóvenes Agustín y Almudena conocían el amor por primera vez. Miles de historias en tan sólo un pequeño garabato sobre un árbol.

De regreso al hostal compré algo para comer en la cocina compartida y disfruté de una agradable velada con las demás personas que se alojaban en el lugar: una pareja de argentinos, un estudiante parisino con quien pude practicar mi francés y un señor de la misma Colombia con largas historias por contar.

Siguiente parada: Cartagena. Ni bien aterrizamos el piloto anunció unos agradables 34°C a las seis de la tarde; así que ni bien mis pies tocaron la playa, chapuzón en el mar.

El día siguiente hice mi primer tour verdadero por los manglares de Cartagena. Se sentía como navegar por la selva y todo el recorrido me la pasé bromeando y conversando con unas hermanas de Brasil en un portuñol de lo más improvisado.

A la tarde noche me hice mi propio tour, usando mapas que regalan en algunos puestos de la ciudad, de la ciudad amurallada. Con una de las arquitecturas coloniales más agradables que he visto, ese centro histórico se llena de vida cuando empieza a ocultarse el sol. Bailes en las plazas y bares al aire libre.

Tour de Cartagena al completo con entradas y Autobús turístico de Cartagena

Mi último día en Cartagena fui a, lo que para mí fue, lo mejor de todo mi viaje. Estaba un poco dubitativo sobre hacerlo o no ya que se salía de mi presupuesto. Gracias a las estrellas alguien me dio el empujón que necesitaba y me anoté para un mini curso de buceo que incluía sumergirse en aguas profundas y ver los corales. Recuerdo pocas cosas que me hayan hecho sentir tanta paz y alegría en mi corazón como en el momento en que llegué a los 13 metros de profundidad, con el agua tibia del caribe envolviéndome, rodeado de un intenso azul esmeralda (mi color favorito) y pude ver toda la vida acuática de los corales en su estado natural. Comprendí como el guía del grupo había dejado su carrera de publicista a los 45 años para dedicarse al buceo a tiempo completo y me proyecté a mí mismo haciendo algo similar en el futuro, tal vez en un futuro no tan lejano si tengo suerte.

Ahí conocí a Manuela. Brasileña de madre argentina pero que vivía en Australia (como le gustaba presentarse cuando alguien indagaba sobre su nacionalidad). Manuela que hablaba tres idiomas y estaba aprendiendo un cuarto debido a su novio griego. Manuela que tomó mis fotos de ese día y desapareció. Si de casualidad lees esto Manuela, espero que no las hayas borrado y me las puedas enviar.

Y bueno, así es la vida. A veces conoces gente que permanece sólo un instante, a veces conoces gente que permanece para siempre y a veces conoces gente que permanece un instante que dura para siempre. Como Mark Twain, gran viajero, tengo la corazonada de que conoceré el amor en la carretera o tal vez aquí justo a mi lado, con un alma que mantenga también, maleta en mano y un pie sobre el camino.

Fue un viaje relámpago, lleno de experiencias y recuerdos que repetiría sin dudarlo. Gran país Colombia, gracias por tu hospitalidad y la próxima vez prometo no comprar cangrejos a los vendedores ambulantes de las playas de Cartagena. Aquellos que lo hayan experimentado sabrán a que me refiero; basta con decir que fue mi comida más “lujosa” en todo el viaje, jaja.

Hasta pronto.

Post Invitado: Carlos. Le Travoyeur

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4 Comentarios

  • Jackie dice:

    Interesante Relato. Para completar el viaje añado ir al Parque Tayrona, playas muy bonitas en.medio de tanto verde. Cuando.viajé a Colombia, sin querer estuve dos días en Tolú, un pequeño pueblo frente al.mar (me recordaba a Chincha en Perú), gente muy amable y puedes tomar una lancha y te deja en la Isla San.Bernardo, realmente recomendable si quieres relajarte y dormir sobre el.mar, está a dos.horas aprox. Por.otro.lado Cartagena es mágica y salir de una de.sus discos y que te esté esperando un señor con el típico sombrero colombiano + acordeón para que.le.colabores con unas monedas y cante y toque “la celosa” de Carlos Vives, realmente lo máximo. Ah, y si vas.durante el Carnaval de.Barranquilla y te.metes en una de.las fiestas que.organizan en.la.calle y bailas en.Barranquilla.me.quedo, cierras con.broche.de.oro el.viaje!. Saludos

  • fatima dice:

    Colombia, Colombia, Colombia, país mágico, simplemente el riesgo es que te quieras quedar …….. gracias por el post, reviví mis momentos cuando estuve por allá !!

    • Mary dice:

      De nada Fatima! feliz que te haya gustado lo que escribió el invitado. un abrazo!

  • Zipaquirá dice:

    Que lindo relato de tu visita a este país que nos cobija con sus verdes montañas, hasta para nosotros los colombianos leer algo tan especial dan ganas de salir inmediatamente de viaje y recorrer cada sitio que visitaste. Que buenos recuerdos que te llevaste, ojalá vuelvas pronto y te animes a conocer muchos sitios llenos de experiencias maravillosas que ofrece Colombia.

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