Los viajes han terminado, al menos por un momento. He vuelto a mi pequeño y querido piso en París después de haber viajado sin parar por casi cuatro meses.
Para empezar, salió el viaje relámpago e inesperado a Madrid por el premio que obtuve en FITUR 2016 , premio que no esperé tener la suerte de ganar y que me puso tan contenta, porque era un reconocimiento a este arduo trabajo que vengo haciendo en mi blog desde hace tres años, por el simple gusto de querer compartir.
Es lindo recibir los agradecimientos de algunos de los lectores que me escriben, pero esta vez, recibir un reconocimiento así de importante por todo mi esfuerzo, fue una alegría aún más grande!
Rumbo a Asia
Para seguir, una semana después de ese viaje, abandoné momentáneamente mi piso en París y me fui hasta Perú por quince días a visitar a mi familia, a comer rico y a dejarme llenar de abrazos que tanta falta me hacían.
Luego se vino el viaje a Asia, allí estuve viviendo en Singapur por dos meses, y en el ínterin visité otros países aprovechando que estaba en un continente tan lejano que jamás pensé tener la oportunidad de visitar tan pronto, y conocí lugares increíbles como Bali que me robó el corazón o Tailandia que me llenó de sueños, o China que me dio una sorpresa antes de dejarla.
Mis papás en Europa
Y para terminar, tuve un viaje que demoró casi 15 años en hacerse realidad, mis papás vinieron por primera vez a Europa. Ellos cumplieron su sueño de visitar el viejo continente y yo de tenerlos a mi lado en este lado del mundo.
Cuando todo este remolino de viajes terminó y regresé a mi pequeño piso parisino, lo que hice los primeros días fue dormir, trabajar y dormir.
Quizás porque estaba triste porque mis papás se habían ido y ya no podía abrazarlos cuando me venga la gana, o porque necesitaba ubicarme un ratito en tiempo y espacio, o quizás porque estaba exhausta de tanto ir y venir por el mundo.
Mucha gente dice que lo importante no es irse, es volver, pero volver a dónde? …¿Volver a mi hogar? ¿Cuál es el verdadero significado de “hogar”? Es ese lugar donde crecimos de pequeños o es ese lugar donde está tu familia y amigos, o es dónde estás simplemente tú? Hace tiempo que no sé exactamente en qué lugar del mundo está ese lugar llamado “hogar”. ¡Epa! ¡Vaya catarsis que estoy haciendo! Lo que sí sé, es que los viajes me han dejado agotada.
No todo es lo que parece
Me causa gracia, recibir comentarios de lectores, amigos y familiares, de que qué divertida es mi vida por viajar y viajar, a lo que les respondo a la gente que más confianza le tengo, que no es tan divertido como se ve desde afuera.
Y es que, en qué mundo uno está completamente feliz con lo que tiene? Todo estilo de vida tiene cosas lindas y cosas complicadas. Por ejemplo, ser viajera no es fácil, salir de la zona de confort para empezar cuesta mucho y cuando ya por fin das el salto, al comienzo te sientes desorientado, con los cambios de horarios por ejemplo, y porque no conoces nadie y a nada de lo que está a tu alrededor.
También es agotador viajar porque es complicado estar con una mochila a cuestas siempre, y si esa mochila ya no está como debiera y más bien requiere un cambio, terminas con dolores de espalda, como es mi caso. Además, también agota el hecho de viajar, porque por coger precios más baratos de vuelos, terminas viajando o llegando en las madrugadas, o haciendo grandes escalas que terminan obligándote a quedar en el aeropuerto a pasar la noche en algún rincón con poca luz para poder dormir un poco.
De vuelta y vuelta
Por ejemplo, cuando estaba volviendo de Asia, organicé mi viaje para llegar el 30 de Abril a París, recibir mi viejo piso, traer mi ropa de la casa de un amigo y descansar un poco para partir a Barcelona al día siguiente a recibir a mis papás; el problema fue que nada salió según lo planificado. Para empezar, mi amigo se fue de viaje y no tenía cómo recuperar mi ropa de invierno y yo solo tenía ropa de verano por haber estado en Asia.
Luego, el vuelo en el que volvía me terminó dejando varada en Qatar para luego llevarme por Suiza y finalmente dejarme en París después de un horrible e incomodo viaje de casi 36 horas, y para colmo la aerolínea perdió mis maletas y cuando me dieron la noticia y ni una sola disculpa, no pude más, y me eché a llorar, quizás suena muy dramático y ahora que lo pienso, sí que lo fue, pero venía con un agotamiento tremendo y sabía que horas más tarde partiría a Bacerlona a encontrarme con mis padres que venían por primera vez y yo tenía que estar al 100% a pesar de haber dormido nada y tener un cambio de horario encima.
Para rematar esta historia, el segundo día que estaba en Barcelona, justo saliendo de la ducha, me tropecé y terminé con varios hematomas. Estos golpes me impidieron caminar bien durante todo el viaje. No pude parar ni reposar, porque eso significaba perderme el viaje tan esperado con mis papás.
Ahora que he desahogado todo, ¿ya me creen que sí cansa? ¿al menos un poquito no?
De vuelta a París
Hoy, después de estar cinco días sin moverme de mi piso, recién puedo decir que por fin he parado. Aunque sé que pronto estaré de nuevo viajando.
De momento estoy contenta de volver a una rutina, algo tan simple como tener un horario armado. Saber que puedo despertar y dormir en la misma cama. Comer comida casera, tener un shampoo grande y no sachets, poder usar una toalla felpuda y no una de microfibra. Tener algo tan simple como un cajón donde guardar mi ropa. Tener un escritorio para escribir y no estar doblada en el piso de un aeropuerto con la hora de entrega a punto de caducar y mi editor contándome los segundos.
Por fin ahora, puedo estar quieta, frenar y no moverme de un mismo lugar al menos un ratito. Seguramente muchos pensarán, pero si quieres parar, para no? Deja de viajar y ya está!
Pero no es tan fácil como suena. Ese corazón gitano que me dice que es momento de partir, que es hora de volver a volar. Esa voz viene seguido y no la puedo callar. Es una especie de adicción por viajar y es difícil de controlarla. Ustedes saben de qué hablo.
Hogar momentáneo
De momento, ya me he instalado y estoy contenta de haber regresado a este “hogar momentáneo”. Hace unos días saqué mi único regalo de navidad y recién lo he podido colgar frente a mi escritorio.
Este hermoso mapa está hecho para ir raspando con una moneda, los países que ya conozco.
El primero que he destapado ha sido mi lindo Perú. Seguiré destapando uno a uno hasta ver de colores el mundo. Iré viajando desde la comodidad de mi escritorio, por los recuerdos al raspar cada país en este mapa del mundo.
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Hola Mi Mary!!! Que fuerte el trasbambalinas de tus ultimos viajes pero lo importante es que pese a todo estas bien, y que pudiste hacer el sueño de conocer Europa en compañía de tus papas. Gracias por compartir con las personas que te leemos estos agridulces acontecimientos donde nos muestras que no todo es perfecto pero no por eso se debe temer a hacer las cosas que nos gustan, como viajar. Divino el mapa!!! Saludos desde Colombia
Mary te entiendo tan bien, yo también he llorado en un aeropuerto porque una aerolínea quería dejarme varada en Bogotá y mi destino era Guatemala, y además para rematar Avianca había perdido mis maletas, donde iban los cargadaores de la cámara y del computador y muchas veces lejos de casa he sentido esa misma sensación que tu describes, finalmente después pasa. !! Suerte Mary y que sigas viajando !!.
Hola Mary!
Acabo de encontrar tu blog y a cada frase cerraba os ojos y gritaba amén! Es muy sencillo creer que el que viaja tiene todo resuelto, pero muchas veces nos damos cuenta que nos hemos complicado la existencia! Yo estoy localizada en Asia, soy Argentina, y como escritora (como tú!) estoy en constante movimiento.Y las dificultades son muchas! Sobre todo la falta de sueño en layovers de horas eternas… Espero seguir leyéndote porque me encanta como escribís. Saludos!